miércoles, 1 de abril de 2009

Fiesta Nacional del Teatro


La XIV edición del festival se realiza en Chaco y cuenta con gran variedad de lenguajes estéticos. Se destaca la calidad y el nivel técnico en provincias que no cuentan con una tradición teatral. Excelente repercusión de público.

Variedad de lenguajes estéticos y buen nivel artístico caracterizan a la XIV Fiesta Nacional del Teatro que tiene como sede a la capital chaqueña con excelente repercusión de público que colma la capacidad de todas las salas.

Es evidente que la acción del Instituto Nacional del Teatro ofreciendo a las provincias talleres de capacitación está dando sus frutos a juzgar por los resultados que pueden advertirse en esta edición, con un mayor nivel artístico y técnico en provincias que no cuentan con una tradición teatral.

Los elencos que representan a Santiago del Estero y a Entre Ríos eligieron propuestas que responden al género del monólogo, con distintos enfoques de puesta y recursos actorales diferentes.

En el primer caso, la actriz santiagueña Lucrecia Carrillo presentó "Puedo entender tu aullido", versión libre de "Había algo en el aire...Fernando", de Silvana Pietronave, producto de un trabajo de perfeccionamiento con la directora mendocina Elena Cerrada.

Una mujer separada tres años antes de su pareja ingresa al dormitorio de éste cuando la casa está vacía y despliega todo su rencor mezclado con la esperanza de recuperarlo aún cuando sabe que está persiguiendo un imposible.

Una puesta en escena barroca, sujeta al realismo en sus mínimos detalles, le permite accionar con una enorme cantidad de objetos en una febril actividad que muchas veces se acerca al desborde.

Por el contrario, la compañía TL de Entre Ríos, en "La cicatriz", de Jorge Díaz, recurre a la menor cantidad de elementos sobre un escenario despojado en el que resalta la actuación del actor chileno José A. López bajo la dirección de Oscar Lesa y Pablo Rolandelli.

La pieza, escrita en la década del 80, habla de los vínculos de la amistad y el peso que puede tener las fuerzas represivas del Estado para inducir a la traición.

Se estructura como un relato que a través de los recuerdos de infancia, de los amores y de los momentos compartidos trata de salvar la memoria. Son cicatrices de una realidad latinoamericana común.

El excelente dominio corporal y la capacidad de transmitir los estados emocionales caracterizan el trabajo del actor, sostenido por una puesta en escena que potencia la utilización de cada objeto con un fuerte contenido dramático.

Mendoza propuso "La Bohemia", de Sergio Boris, a cargo de la compañía Lluvia de Cenizas, con la dirección de Lucas Olmedo y la memorable actuación de Alfredo Zenobi, Guillermo Troncoso y Darío Martínez, interpretando a tres ciegos que tratan de revivir un proyecto sin posibilidad ninguna.

Sin caer en el simplismo de definir la situación de los personajes con recursos remanidos, logran una composición impecable, trabajada hasta los mínimos detalles que la hacen absolutamente creíbles.

La falta de expresión de unos ojos vacíos y sin vida, la posición de la cabeza y las manos, la relación con los objetos de la casa o el tipo de desplazamiento sorprenden por la exactitud.

Pero tal vez uno de los elementos más interesantes reside en los vínculos que establecen entre ellos.

El argumento gira en torno a Sosa, ciego de nacimiento y Romero que lo es desde hace 15 años, Ambos tienen un proyecto que se va apagando de a poco: la reapertura de un club para no videntes.

Sin embargo, la llegada de Ibañez, afectado recientemente, reactiva la maquinaria de la desgracia y ya no es posible impedir un desenlace fatal.

El teatro danza hizo su aparición con "Pasaje al infinito" a cargo de la Compañía Posdanza de La Rioja, con Adriana Nazareno como autora directora y protagonista.

Una deslumbrante entorno plástico donde abundan las proyecciones con infinidad de recursos técnicos atrapa al público y desdibuja la actuación de las bailarinas que se mantienen en el mismo registro de movimiento, cadencioso y lento, a lo largo de todo el espectáculo.

El tema central es la certeza de que la muerte, ese momento trascendental en la vida de todo ser humano, llegará indefectiblemente y la incertidumbre de lo que hay más allá de ese umbral.

Finalmente, "Pan (de cada día)", a cargo de la compañía La Compasiva (provincia de Buenos Aires), deleitó con la excelencia de Gabriela Pagés y Mario Marino quienes bajo la dirección de Alfredo Badalamenti, relataron sin necesidad de palabras la vida de una pareja, desde el descubrimiento mutuo hasta la vejez.

En el código del cine mudo, con recursos legítimos y protegidos por "el ángel" que invocara Federico García Lorca, van revelando la vida cotidiana de una pareja con sus costumbres, sus mandatos, sus anhelos, frustraciones y desencuentros.

De manera sencilla (con la difícil sencillez de lo muy trabajado), pasan por el abanico de emociones en las que todos nos vemos reflejados como padres, como hijos o como parejas.

Es necesario subrayar una vez más el talento de dos intérpretes capaces de conmover con recursos legítimos, sin apelar a concesiones ni golpes bajos.

Fuente: http://www.telam.com.ar/vernota.php?tipo=N&idPub=140423&id=284153&dis=1&sec=12

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